El síncope es un desmayo repentino que se produce por la caída abrupta de la presión arterial o la frecuencia cardíaca. Generalmente está ligado a un fenómeno que se llama actividad vasovagal que regula la presión arterial de nuestro organismo. Cuando existe un desbalance entre la actividad del sistema simpático (el que aumenta la frecuencia cardíaca y presión arterial) y el parasimpático (que las baja) se genera el síncope. Esta clase de síncopes no trae mayores consecuencias salvo que el desmayo produzca por ejemplo una caída con traumatismo de cráneo u otras lesiones, o que el desvanecimiento se dé mientras la persona conduce un vehículo.

Para prevenir los síncopes vasovagales es recomendable:

– Hidratarse bien (beber entre dos y tres litros de agua al día)

– Evitar los cambios bruscos de posición. Por ejemplo, levantarse en dos tiempos dándole al organismo la oportunidad de recuperar el tono.

-Evitar los cambios abruptos de temperatura. Si la persona pasa del frío intenso al calor puede sofocarse y generarse el desbalance.

La mejor manera de recuperar el síncope vasovagal es dándole de beber agua a la persona y poniéndola en posición horizontal con las piernas hacia arriba.

¿Cuándo prestar atención al síncope?

El síncope también puede ser causado por una arritmia, por eso hay ciertas señales en las que detener la atención y consultar al médico para que el profesional pueda hacer un estudio más profundo. Existen métodos de diagnóstico para diferenciar el tipo de síncope y el riesgo arrítmico que tiene la persona. Por ejemplo, el holter que define la cantidad de arritmias que el paciente tiene en 24 horas.

Las señales de que el síncope puede estar asociado a un tema cardíaco son:

-Si hay palpitaciones previas. Esto puede ser signo de que fue generado por una arritmia.

-Si hay dolor de pecho asociado al síncope.

-Si se produce durante el ejercicio o un esfuerzo. Esto puede ser señal de enfermedad arterial coronaria.